El ciclo otoñal (la impermanencia)

Nos encontramos en la estación de la transición por excelencia, el ciclo de la vida en la que todo comienza a transmutarse dejando tras de sí lo viejo, para dar cabida a lo nuevo que quiera ir apareciendo en nuestras vidas.

El otoño es en realidad un ciclo de muerte, el momento en el que hemos de dejar marchar lo viejo, al igual que los árboles permiten que sus hojas caigan...es una función vital de nuestra existencia, si no dejamos marchar lo viejo, no dejaremos entrar lo nuevo; al igual que reciclamos el aire de nuestra casa a diario para oxigenar nuestro entorno y permitir que el aire se respire fresco y nuevo, así debemos permitir que nuestras vidas también tomen oxígeno, se limpien y dejemos marchar y "airear" todo aquello que ya no sirve, que ha quedado obsoleto, que realmente no nos reporta nada, o que lo que podía aportarnos ya pasó y realizó su función pero que ahora ya no nos ayuda a evolucionar.

Permitirse el cambio es sano e inspirador, permite que veas el horizonte con esperanza..algo nuevo habrá de llegar...

Permitirse la sorpresa de cada instante, y anhelar la renovación como proceso de vida aligera la gran carga que muchas veces posamos sobre nuestros hombros sin saber muy bien, por qué ni para qué...

Ya huele a lluvia, y la lluvia limpia y purifica. El cambio está presente y con él la esperanza de nuevas montañas a las que subir, por la que bajar y a las que explorar.



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