Nada te turbe...

Nada te turbe, nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta...

Mirar al infinito con el estomago encogido, intentando no dejar aflorar en tu rostro la tristeza, a veces es un ejercicio de profunda bondaz y madurez que hemos de hacer por las personas a las que queremos.
Todo tiene un por qué, y todo pasa por algo y aquello que tenga que ser será, nos pongamos como nos pongamos. Y hay que aceptarlo.
Sin embargo en ocasiones te encantaría tener una portentosa varita mágica, para cambiar las cosas. Pero no puedes, y entonces es cuando hemos de comprender que la vida es un devenir de sucesos constantes, en los que unos nos gustarán más y otros menos, pero en cualquier caso todos ellos tienen su por qué y su lugar.
En la vida hay que respirar hondo y confiar, sonreir, aceptar y compartir. Disfrutar de los momentos que te vaya regalando y sobre todo ser valiente.

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